Una genialidad de Masoud en la segunda parte sirvió al Osasuna para desequilibrar una balanza milimétricamente igualada y apear al Hércules. Únicamente ese detalle decantó el signo de un encuentro que acabó con la aventura copera de un equipo alicantino digno, que miró a los ojos a un rival de categoría superior y que hizo cosas para que el aficionado pamplonica temiera por el resultado hasta el último momento. Así cayó el Hércules, con dignidad, tuteando a un Osasuna que en algunas fases tuvo que escuchar cánticos hostiles desde la grada al ver que el conjunto de Esteban Vigo se le subía a las barbas, amenazándole con dejarle en la cuneta.
El técnico herculano apostó de nuevo por el "plan B" para este torneo del k.o., con Tote como director de orquesta. Del duelo se dedujo, entre otras cosas, que el madrileño está, de nuevo, para meterse en cualquier momento en el vagón liguero. Con el balón en los pies, Tote volvió a mover a la gente para poner en tensión al enemigo navarro, que encontró en el tesón y la verticalidad de Kiko Femenía un dolor de cabeza. El Hércules pisó el área, tocó bien por el centro y apretó a su oponente, que nunca acabó de poseer la iniciativa de forma continuada. Sin un dominador claro, el partido se manejó entre argumentos de igualdad, circunstancia que irritaba más a los locales que a los visitantes por razones obvias. Por esa pauta, el Hércules dio la sensación de que podía acabar tal y como había comenzado, es decir, sin encajar gol alguno y, por consiguiente, llevándose el gato al agua. Así transcurrió la primera parte, seria y con un planteamiento correcto. En ese espacio de tiempo, el Osasuna chocó con un equipo ordenado, que apenas le dejó llegar con cierto peligro. Tote se encargó de manejar el carro por el centro del campo para administrar la posesión de balón y la dirección del ataque, tocando a los costados. Esa seriedad trastocó al conjunto navarro, consciente cada vez más de estar metido en una partida entre iguales, entre dos equipos que no quedaban distanciados por categoría sino que se miraban de frente sin que la cabeza de uno sobresaliera un centímetro por encima de la del otro. Una partida de igual a igual que podía decidirse con un golpe, con un desmarque, con un rechace, con un golpe de suerte o con una genialidad puntual. Mientras tanto, la pelea favorecía a los alicantinos, que con el 0-0 caminaban tranquilos viendo los minutos pasar. Detalle y gol
Falto de ambición, apagado y sin apenas mordiente, el equipo navarro transmitía poca cosa, mientras que el Hércules escribía un guión ajustado a sus necesidades. La historia cambió al poco de iniciarse la segunda parte. Una jugada de ataque herculano invalidada por un fuera de juego que no existió a Kiko Femenía cuando el alicantino caminaba directo hacia la portería navarra, dio pie a un avance pamplonica que dejó el balón en los pies de Masoud. El iraní encontró pasillo entre Dani Bautista y Sergio Rodríguez y colocó, acto seguido, un disparo raso que no pudo atajar Unai Alba. Entre habilidad propia y pasividad ajena acabó cociéndose ese tanto que dejó al conjunto herculano fuera del torneo del k.o. De las botas de Masoud llegó el detalle para desequilibrar al crear un gol de clase en un hueco que no se supo tapar. Vigo reaccionó posteriormente sacando a Delibasic por un apagado Rafa Jordà y el Hércules aumentó su presión. Tote, Del Olmo y Delibasic tuvieron ocasiones para meter el balón en la red, pero la pelota se resistió a tomar esa dirección. Tampoco Osasuna se quedó parado dado que Galán pudo poner más diferencia en una jugada puntual que Unai Alba sacó con la punta de la bota. Así y todo, el partido nunca quedó cerrado. El Hércules siguió insistiendo hasta el final, buscando un tanto que consumara la proeza. Para ello, de nuevo, se movió el banco de suplentes para dar entrada a Portillo, el flamante último fichaje herculano que no dejó, a tenor de las reacciones, admiración unánime entre la que fue hasta hace poco su afición. Pitos y gritos más que censurables recibieron al madrileño nada más pisar el césped del Reyno de Navarra. Con susto en el cuerpo dado el apretado marcador que reflejaba el luminoso, el Osasuna pensó más en perder el tiempo que en otra cosa, dato que, de nuevo, enervó a su afición que no debe tenerlas todas consigo en la lucha por la permanencia en Liga. El Hércules lo intentó hasta el final, pero se quedó sin premio. Eso sí, a lo largo de los 180 minutos de eliminatoria no fue inferior al "primerdivisionista", que tuvo que acogerse al valor doble de los goles en campo ajeno para seguir vivo en la Copa del Rey, donde ahora se medirá con el Racing de Santander. Llegado este momento aparece el argumento preparado: La Liga. Esa es, por encima de todo, la guerra que hay que ganar. A muchos hubiera gustado seguir vivos en el bonito torneo copero, pero a buen seguro que una fiesta en Luceros dejará en el olvido lo que ayer pasó en el Reyno de Navarra de Pamplona. Seguro. Fte: Diarioinformacion.com Foto: marca.com
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